jueves, 24 de enero de 2013

A Roma con Amor y Ruby Sparks.

Tras un receso de poco menos de un mes el blog se reactiva. Ha sido bastante casual la elección de las cintas, de hecho, no buscaba establecer un puente entre ambas, pero es innegable que ahí está. Tanto en Ruby como en Roma se nos desarrollan (entre otras cosas) dos historias románticas a los inicios de la etapa de madurez, la narración se ve trufada con ricas referencias, en su mayoría, literarias. Los personajes, en ocasiones, cultivados despliegan su ingenio en numerosas secuencias robándonos varias sonrisas y alguna carcajada. Es digno de mención que Roma con amor nos devuelve a un Woody bastante desenfadado y tan autocomplaciente como esta última década aunque con obvios matices recalcables; aquí, personalmente no hay nada que objetar. En cuanto a Ruby nos encotramos con unos creadores detrás bastante interesantes. Los directores, todavía para muchos desconocidos, Jonathan Dayton y Valerie Faris nos traen su segundo largometraje, tras la entrañable, conmovedora y muy reivindicable Pequeña Miss Sunshine. Pero la verdadera estrella en la cinta es Zoe Kazan, la nieta del genio Elia. Bajo su batuta está un guión, del que ya hablaremos, y la interpretación del personaje más lucido de toda la cinta. La mano de Kazan es mucho más larga que la de los directores en esta cinta de origen independiente. Es pues, una labor interesante contraponer la película de un maestro, mucho más cerca del fin de su carrera que del inicio, con una joven cineasta en ciernes con ideas la mar de bien ensambladas. A continuación una breve reseña de cada película.





El último film del neoyorkino sigue con su tour europeo redescubriendo ciudades emblemáticas. Mientras que en su larga etapa londinense nos dejó con una de sus opus magnum  que fue el lúcidismo drama criminal que supuso Match Point. El viaje prosiguió en España con la que es, para el que suscribe, una de las peores películas del director con dos magnifícos actores desaprovechados y también algo pasados que poco o nada representan no la imagen de España sino la del artista en general. Muchísimo más dulce fue el paseo por París, una película magnífica e inteligente; un nuevo acercamiento del autor a la figura del escritor, tocada en numerosas ocasiones en su carrera ( como en la descacharrante Desmontando a Harry) más romántica, pero lejos de buscar la idealización conseguía reencontrar al individuo consigo mismo. Finalmente, la ciudad eterna, Roma. 


Arriba dos recién casados de origen rural llegan a la capital con el afán de encontrar empleo y dejarse llevar por las grandezas de Roma y, quién sabe, si conocer algún famoso. Abajo Baldwin pronostica  una posible  elección a un joven arquitecto que trastocará toda su vida.



Aplausos por fin todos los grandes talentos desperdiciados en duchas, obras
o cualquier otro lugar triunfan de la manera más estrámbotica.
A Roma con amor es una película coral de historias entrecruzadas completamente al uso. No hay especial inventiva en la cohesión de estas y tampoco Allen se esfuerza lo suficiente en mostrarnos temas que no haya tratado anteriormente, el problemas es que aquí la superficialidad se apodera del carácter estratificado de las historias, brillando muy ocasionalmente. El único elemento unificador es meramente temático, ofreciendo la película una simple sátira del mundo de la fama desde perspectivas completamente distintas. El reparto es absolutamente magnifico combinando con sabiduría actores americanos e italianos. Sólo puedo criticar a un muy envejecido Woody Allen y a Jesse Eisenberg. Lo de este último tiene miga, no son pocas ocasiones en las que consigue, a lo largo del film, atraparme por completo pero entonces nos encontramos con un par de escenas totalmente desatinado provocando  un rechazo enorme en el espectador.  Las historias carecen, en su mayoría de profundidad como por ejemplo la de Beningni no pasa de anécdotica, al igual que la presencia (mucho más que correcta aunque su personaje sea directamente reciclado del propio Allen) de Penolope Cruz decepciona por su brevedad. La historia del joven matrimonio italiano es cuanto menos tramposa, abusa de los elementos casuales y nos lleva a lugares comunes en ambas vías. Sin duda, las únicas que destacan son las de el cantante de ópera  "de ducha" o el genial paseo que se marca Baldwin por Roma recordando una gran desilusión. No merece desgranar más las historias dado su carácter breve y lo poco que se extienden.

Beningini "padece" las ventajas de ser una figura pública.
Como en todas las películas del peregrinaje Europeo, que ya auguró en el epilogo de Un final made in Hollywood, la ciudad es un personaje más en la cinta. Además está determina el genotipo de los personajes en la manera que el propio director ve dicha urbe. Por tanto, no faltan aquí maravillosas estampas sobre Roma: desde las ruinas del Imperio, el Coliseo,referencias al Vaticano hasta la Fonatana di Trevi. Para ello nos trae un arquitecto que aborda, de manera muy escueta, la genialidad de la arquitectura de muchos de los grandes monumentos, me recordó a  -valgan las distancias- El vientre del arquitecto del siempre sorprendente, Peter Greenaway. Mucho  son los tópicos en los que incurre Allen a la hora de retratar a la sociedad italiana, más que un estudio en profundidad parece haber rescatado los elementos de sus películas favoritas de los genios italianos, sobretodo, Fellini. Otro problema es, sin duda, las flojas, por lo general arbitrarias, transiciones entre las historias. Éstas de lapsos temporales muy variables se intercalan dejando una sensación de cansancio al final de la cinta más de lo deseable. Aún con todo, Allen nos trae una cinta endiabladamente entretenida que nos permite soltar un par de carcajadas más inteligentes, en su mayoría, de lo usual en este tipo de productos. Momentos de ingenio y un par de historias para el recuerdo en una cinta menor pero para nada una decepción desagradable. Para pasar un buen rato con alguna reflexión lúcida a la que sólo le podemos criticar ciertas carencias formales y de guión. Es necesario observar como con el paso de los años en la cada vez más amarga visión de Allen de la sociedad en la que subsiste se puede observar incluso en sus comedias más abiertas a un público extenso.









Calvin Weir-Fields -Paul Dano- es un joven escritor que a sus 19 años se alzó con un gran reconocimiento con una primera obra ensalzada por critica y público. Actualmente  unos 10 años después, incapaz de superar esa primera obra se encuentra anquilosado en su casa casi sin contacto exterior divagando sobre una posible futura novela. El personaje incapaz de superar el reconcilio de su madre -Annette Bening- con su excéntrica pareja -un acertadisímo Antonio Banderas- ni la incapacidad para rehacerse de su anterior relación con una joven escritora busca amparo a través de la introspección. En una de sus numerosas citas con su psicólogo éste le incoa a escribir un encuentro casual con una mujer capaz de aceptar a su perro Scotty.  Dano, a raíz de tal empeño comienza a tener sueños con una mujer joven que cumple con todos los principios que el busca en una pareja: misteriosa, ácida, inteligente y con un pasado complejo. Poco después, tras comenzar a escribir sobre ella, se presenta de manera sustancial poniendo al límite la cordura del joven que busca apoyo en sus conocidos.



Bajo tan sugestiva premisa Kazan relata no sólo sobre el proceso de creación sino del compromiso del autor con su obra y sus personajes. Pero para no limitar el asunto extiende la relación de ambos personajes al terreno romántico ofreciendo aquí su particular visión. Parece una ecuación ideal, más si queda sujeta de las manos de los directores de Miss Sunshine, pero la cinta comete errores más que notorios. No es de extrañar que primerizo guión tenga agujeros que no duda en utilizarlos a su favor pecando de ser demasiada calculadora con los temas que es incapaz de solventar con verdadera inteligencia (todos acusadísimos al final de la cinta) o construyendo unos personajes desde la lejanía intentando provocar emociones en el público muy calculadas. Cuando la relación comienza a diseccionar la cinta intenta recrudecerse pero cae en elementos sobreexplotados y sabidos que no producen verdadero efecto como sí conseguían sus referentes, sin contar que pierde la frescura inicial.


Pese al tráiler no escucharás en toda la cinta el Ruby de Kaiser Chiefs.
Una elección desafortunada porque le venía al pelo.


 Esas variopintas fuentes de inspiración son numerosas. Aunque con más profundidad el personaje de Ruby es simétrico con la Ramona Flowers de Scott Pilgrim, película muy inferior a ésta y sobretodo a la genial novela gráfica en la que se basa. El compromiso del autor con su obra se representaba mucho mejor en la discutida Más extraño que la ficción. Los desengaños amorosos recuerdan mucho a los de Olvidate de mí y la vida aparente es deudora de la magistral El Show de Thruman. No son raras las referencias al Kaufman de Adaptation o Como ser John Malkovich, siendo todas excepto la primera infinitamente más interesante que la  película que nos ocupa. Obvia decir que las similitudes con 500 días juntos -sobretodo en la resolución- parecen casi excesivas.



La cinta pasa de lo cómico y embriagador al desasosiego de unos personajes que están realmente bien interpretados siendo el binomio Dano-Kazan la principal razón de ver la obra. Los secundarios actores consagrados tiene la función de roba escenas que tan bien funciona, sobretodo los pasadisímos Coogan y Banderas, aderezando la película con inteligencia pero ocupando muy poco tiempo en pantalla . Dano que busca asemejarse a J.D. Sallinger (como hicera de manera magistral Sean Connery en la estimable Descubriendo a Forrester, en una etapa más madura) durante el metraje nos otorga un papel meticulosa donde los gestos se miden milimétricamente aunque puede que su interpretación no impresione tanto como ese magnífico predicador de Pozos de Ambición. Kazan ilumina la pantalla con su presencia en un papel que le encaja al dedillo, no como en otros casos donde el autor interpreta un personaje de su obra.


El personaje literario cobra vida.
 ¿ Cómo reaccionarán el autor o sus familiares ante su presencia?


En conclusión nos queda una buena cinta que busca alejarse de las convenciones clásicas en la comedia romántica  -con toques de drama descarnado- pero que malinterpreta  sus referentes y cae de lleno en que buscaba evitar. Es curioso, ya que citas como 50/50, Declaración de Guerra, las mencionadas, o, en menor medida la injustamente despreciada, Young Adult arremetían con una solvencia espectacular premisas con relativas semejanzas. No obstante,  aún deseando que Faris y Dayton vuelvan a su primera cinta o que Kazan tenga una próspera carrera como actriz pero trabaje más sus guiones, nos queda una curiosa y estimable película que hará delicias de todos aquellos amantes de la literatura o la creación artística que estén aburridos de los formales biopic. Aún así a los implicados habría que recordarles algo que ellos mismos nos citan en la propia película: "No escribas sobre lo que no conoces".



2 comentarios:

  1. Que larga se ha hecho la espera!!!! Me alegro que estés de vuelta. Comparto tu opinión sobre lo último de Woody Allen. Tiene momentos muy simpáticos (a mi me encantó el episodio de Penelope Cruz) pero en conjunto desmerece un poco, y más si tenemos en cuenta el peliculón al que seguía en la carrera del neoyorkino. Si te apetece leer la crítica que le dedicamos en su día:
    http://lagatacongafas.blogspot.com.es/2012/10/woody-allen-continua-de-erasmus.html
    "Ruby Sparks" se me escapó y mira que me encanta "Pequeña Miss Sunshine", pero la vida no da para todo. Tendré que recuperarla un día de estos.
    Saludos y a ver si te prodigas más...

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    1. Un artículo a la semana es todo a lo que aspiro. Ruby Sparks no tiene nada que ver con Miss Sunshine ni tono ni estilo. Sólo el actor y los directores. Gracias por comentar, León que sepas que tu blog lo leo asiduamente.

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