domingo, 24 de febrero de 2013

"El americano impasible" Asia acariciada bajo un manto de imágenes, sonidos y olores.






"El americano impasible" fue retrasada en 2001, a causa de los trágicos atentados que padeció América a lo largo de septiembre de ese año. Este dato curioso hizo que para muchos, cuando la herida seguía abierta, la cinta por su contenido crítico hacia  el intervencionismo de dicho país en numerosos conflictos "ajenos" fuera recibida de manera muy desigual en su estreno. Ésta  se basa en una obra de Graham Greene, que ya se había adaptada  por Mankiewicz, de manera desigual, maniobra quizás debida  al éxito de la magistral "El Tercer hombre"; con la que comparte de  manera muy similar el desarrollo de los personajes. Es injusto, pese a que desde la llegada de la novela a nuestro país se llame "El americano impasible", porque si hay un personaje que realmente siente, tribula, padece y se lleva por la vis erótica ese es Alden Pyle. Así que desde ahora me referiré a su personaje como el americano silente, adjetivación mucho más apropiada conforme al tono de la obra pero también a su literalidad donde quiet sugiere más que propone.


Para Fowler no hay nada peor que la distancia de su amada Phuong.


La obra se emplaza en Vietnam, a fecha de 1952, cuando en el norte los comunistas se enfrentaban al régimen establecido y defendido por las tropas francesas. En ese contexto, un experimentado Thomas Fowler nos narra desde su persona, a través de un flashback que abarca toda la cinta, la muerte de su amigo Alden Pyle. Conforme avanza la cinta comprendemos que el joven activista americano y el viejo periodista inglés entablan una relación muy particular que devendrá en numerosos conflictos exteriorizados en Phuong, una joven Vietnamita con la que comenzarán un triángulo amoroso.

Como ya he dicho las semejanzas con "El tercer hombre", en su desarrollo todavía más acusadas son infinitas  pero de la diferente ambientación se nos propone un nuevo diálogo con temas comunes. La obra aborda un diálogo entre naciones exteriorizado a través de sus propios personajes, en una sutil metáfora de las pulsiones humanas identificadas con la política de sus Estados. Fowler, representa a su Inglaterra, el ánimo colono ha trascendido en la mera huida de su propia nación a entornos más amables, exóticos y, en definitiva,, evocadores. La búsqueda de una belleza perdida por una sociedad altamente desarrollada se encuentra en los rincones más inesperados (Otro ejemplo perfecto: "El hombre que pudo reinar", con un cariz más aventurero y menos político). Pyle es América, una nación joven, poderosa, de instintos básicos pero  impredecible conducta; América es incapaz de entender aquí la imposibilidad de poseer tal belleza como Inglaterra, y en la búsqueda de resolver  conflictos crea uno más grande, sanguinolento y, sobretodo, innecesario. Ese aparente mal menor reafimra una conducta miserable. Finalmente, Phuong es Vietnam, la eterna colonizada que en búsqueda de compromiso para su evolución  ningún país, ni el derrotista, ni el prometedor, tiene posibilidad de realizar. Así, este canto de cisne del colonialismo se convierte pronto en una crítica del intervencionismo de los países no sólo en conflictos sino en la cultura  dada la impronta producida  en su sociedad.


Pyle y Phuong irremediablemente seducidos.

Phillip Noyce un habitual del thriller y la acción dirige esta cinta, no duda en sacrificarse en pos del texto o los actores, jugando un poco con la voz en off, la elipsis y el mencionado flashback. En general,, la labor es más que loable pero es innegable que es su culpa que la película no sea superior. En numerosas ocasiones, opta más por el thriller que el drama que desenvuelve la trama, el problema, es que para ello utiliza recursos algo efectistas en cuanto música e imagen emborronando el resultado. Pero quizás lo más negativo es la concreción de la cinta. que apenas trasciende la ambientación y el conflicto de los personajes, y pese a estar muy bien cuidados, la poca duración de la cinta no permite mostrarnos una visión de Asia más completa, aquí es donde la fotografía y el montaje no se lucen, y sobretodo dada la cantidad de buenos momentos de la cinta con un mejor tempo y una narración más pura escenas como la de la torre o el atentado podrían ser sublimes, cosa que no ocurre. Es muy injusto comparar esta cinta con la de Carol Reed, no porque salga perdiendo en todo, sino porque contraponer un mito -tildado de la mejor adaptación novela-cine - con una película actual no es legítimo, pese a que se basen en obras parejas.

El trío protagonista es muy acertado. Es imposible no elogiar el trabajo de ese Titan que es Michale Caine, capaz de matizar cada gesto y crear un personaje harto complejo sin apenas despeinarse. Al fin y al cabo, fue uno de los pocos capaz de enfrentarse en un duelo interpretativo con, quizás el actor más competitivo  de entre los grandes- Lawrence Olivier, en la increíble "La Huella", última cinta de Mankiewicz, ya mencionado. Con Brendan Fraser hay varias pegas, el actor ha demostrado en numerosas ocasiones su capacidad para interpretar grandes y complejos personajes, pero su afición a la comedia y ciertas superproducciones han convertidos sus gestos a la exageración, siendo muchas veces menos creíble de lo que podría; aún así consigue hacer una notable réplica a Caine sin apenas deslucir, labor por sí misma muy meritoria.

Michael Caine, lo mejor de la cinta. Su Fowler es oro puro.

En definitiva, nos queda una película más que notable, con un texto magnífico,  una producción de altisímo nivel (Pollack y Minghella están implicados), y un reparto muy bien aprovechado. Quizás, se le pueda discutir a Noyce varias de sus elecciones que la alejan de la excelencia pero no obstante es injusto tildar negativamente su trabajo , honesto y humilde pero quizás algo cobarde, dado que consigue la tarea de adaptar notablemente un texto tan intrincado, incluso utilizando recursos de sus películas anteriores algo innecesario aquí.

Quizás me quede con esa imagen de Fowler descubriendo un país, un continente desconocido, un lugar donde los olores, las gentes, su única cultura no te permiten volver a tus raíces.




Acaso ¿Quién no se ha sentido irremediablemente atraído por Asia?


Mientras en Occidente el cine evolucionaba de una manera ya conocida con grandes autores, sobretodo en Europa, y una tendencia con la evolución de los medios a la superproducción americana alternándose con las pequeñas e intimistas producciones, en Asia se labraba un arte fílmico que evolucionó de manera progresiva mientras muchos lo ignoraban.  Con un caudal casi parejo en autores y cintas este continente se descubre no sólo como el gran olvidado en el cine, sino a muchos niveles. Siendo su misterio, exotismo, o contratada apariencia, lo que irremediablemente nos atrae hacia él. Siendo el momento, para muchos de redescubrirlo, y con la más que obvia declaración de intenciones, de recuperar y tratar varias cintas en este blog vamos a hacer un sucinto repaso no sólo de su cinematografía sino de la interacción entre los dos mundos, a través del celuloide.



De manera artística esas atenciones puede que surgieran a manos de una ópera "Madame Butterfly", la increíble música de Puccini nos llevaba a un mundo donde la sumisión, la esperanza y, sobretodo los másèqueños gestos eran sus señas de identidad. Donde el mero hecho de rozar dos manos contenían el mismo significado que la eclosión de un beso a la europea, sino más. Los silencios y la caligrafía meticulosa contrastaban con el "Kamasutra" o "El imperio de los sentidos". Gandes pensadores como Lao-Tse o Shin Tzu lo poblaron.No han sidos pocos los autores como Bertolucci, y su inolvidable "el último emperador", Cronenberg y su atípica "M.Butterfly", o Pollack con su romántica "Yakuza". Obras como "El velo pintado",  "Los gritos del silencio", "Babel"  o  incluso la menor "7 años en el Tíbet" continuaban con el diálogo a nivel del individuo. Las numerosas guerras han sido un nicho donde continuamente se explotaba la relación entre amabas culturas, desde Vietnam (trilogía Stone, "Apocalypse Now", "The Deer Hunter"), hasta el reciente díptico de Eastowood, sobretodo su "Cartas desde Iwo Jima", incluso Edward Zwick, de manera notable pero muy convencional y tradicional lo hizo en "El último Samurai". De hecho, incluso sólo el aspecto estético ha sido objeto del contrastante como por ejemplo, Quentin Tarantino que contrapuso dos géneros por excelencia: Western con el cine de samuraís y el Wuxia en la técnicamente impecable "Kill Bill".  La lista es inabarcable. Tampoco hemos dejado de mirar en occidente  sus obras para volver adaptarlas  "Infiltrados"," Zodiac" o "Por un puñado de dólares", son las estilizadas versiones de "Infernal Affairs", "Cróncia de un asesino en serie" o el cuento clásico "Yojimbo" adaptado por Akira Kurosawa. Visiones hasta cierto punto más escénicas pero indudablemente frías en su tratamiento, cuya  occidentalización hería, siempre, la calidez y humanidad de las obras originales.



Quizás, sea necesario mentar finalmente, la fascinante, pese a elementos discutibles, "Una película hablada" de Manoel de Oliveira  donde se establecía un diálogo mundial, heterogéneo e irreconciliable donde la invasión asiática se mostraba temible para los principios asentados.




No hay necesidad de ser un gran crítico para hacer constar la excelencia de los autores clásicos asiáticos, capaces de adaptar a autores como Sheakspeare de manera no sólo innovadora, sino maestra. Aquí entraría ese genio que es Akira Kurosawa que con su "Ran" nos trajó el mejor Rey Lear del celuloide. Kurosawa sufrió que su obra fuera denostada en su país por su occidentalización, en cambio aquí se le ignoró por lo contrario; anduvo entre las dos tierras sin rumbo pero su legado no sólo es incuestionable sino envidiable para cualquier autor. Siendo "Los 7 samuraís"  junto con "Vivir", "Rashomon" o "El infierno del Odio"  una pequeña muestra de su genio, el de un director capaz de mostrarnos una mirada al recto hacer humano -o su omisión- imposible de obviar en un plano artístico o dde reescribir. Pese a ser el más afamado, no es el único. Ni mucho menos. Kobayashi con su "Hara kiri" o la trilogía de la condición humana es sin duda otro grande. Un error sería no mencionar a  Kenji Mizoguchi autor de ,ennre otras, "El intendente Sansho" o "Cuentos de la Luna pálida de agosto", sin duda dos obras magnas.  Para finalizar con los autores clásicos, el favorito de muchos entendidos es sin duda Yasujiro Ozu, que dirigió "Cuentos de Tokio", para muchos la película mejor dirigida de la historia del cine. Por supuesto, la lista sigue pero para no alargar demasiado el artículo visitemos ahora los autores modernos.



Kim-ki-Duk, para muchos un genio, nos regaló una de las fábulas modernas más interesantes bajo una  visión existencial tahoísta en " Primavera, verano, otoño,invierno...primavera". Donde la vida no era más que un ciclo reiterado donde el aprendizaje del hombre puro pronto se enturbiaba con los primeros despertares. Uno de mis favoritos  es Wong Kar-wai,su díptico formado por "Deseando amar" y "2046" es uno de los retratos del desamor más certeros e hipnóticos que un servidor recuerda. Más lejanos de estos innovadores directores estaría el polémico, aunque poca veces bueno, Takashi Miike uno de los directores más crudos actuales. Muestra de ello lo son "Ichi, the killer", "Audition",etc.. Más sosegado es Takeshi Kitano que comparte su gusto por la violencia y el cine Yakuza (normalmente más acertado que el anterior), aunque una de sus mejores películas "El verano de Kikujiro" sea diametralmente opuesta a sus relatos habituales. También destaca su adaptación de Zatoichi, en una película muy atractiva. No podemos olvidarnos de Koreeda cuya "Still Walking" sigue en mi memoria, recordando su estilo bastante más a los autores clásicos.

Un punto y aparte supone el nuevo cine negro coreano, siendo sus mejores muestras esa tragedia griega que es "Oldboy" , que tiene uno de los finales más estremecedores del cine reciente, o la interminable búsqueda que supone "Crónica de un asesino en serie". La primera dirigida por el irregular Park Chank-Wook , que en breve estrena en Hollywood "Stoker" que luce magnifica; mientras que el segundo es Boong Joon-Ho.



Es imposible antes de terminar obviar la importancia del estudio Ghibli, creador de animación tradicional, cuyas cintas más sencillas tienen mucha más hondura que sus equivalentes occidentales. Este estudio capaz de rivalizar con Disney amasa cinta magnifica tras otra siendo sus cumbres "Mi vecino Totoro", "Porco Rosso", "La princesa Mononoke", "El viaje de Chihiro", "La tumba de las luciérnagas" o "Arriety".



Finalmente nos quedan dos directores bastante más extendidos, cuyo genio no les ha impedido trabajar en otros países. Me refiero, como no, a Ang Lee y Zhang Yimou. Pese a que con cintas, por otro lado geniales, como "Tigre y dragón", "Hero" o "La casa de las dagas voladoras" consiguieron el clamor internacional y sirvieron de impulso a su cine cuentan con una obra mucho más extensa. Es imprescindible revisar cintas más desconocidas  como "Ni uno menos", "Comer beber y amar", "Deseo, peligro", o "Sorgo Rojo".



Con este, muy por encima repaso, muchos han tenido que omitirse, pretendo que mis queridos lectores, a través de un gran cine, puedan conocer una cultura tan distinta a la suya. No somos pocos los que en nuestros barrios encontramos numerosos locales comestibles, establecimientos comerciales y restaurantes ocupados por inmigrantes asiáticos  En lo que ya parece Asia en España.  Muchas veces, más con la época actual proclive a la xenofobia, nos olvidamos de nuestros ajenos vecinos y, en ocasiones, los tildamos de toda serie de improperios, injustos. No tengo la maniquea intención de pronunciar ninguna clase de alegato, aunque lo parezca, pero si  es necesario mencionar la cada vez más olvidada consideración que merecen. Y para entenderlos vean sus películas, lean sobre su cultura, escuchen su música, disfruten su fresco sushi o un buen tazón de arroz y no sentencien con comentarios poco razonados con un fondo frívolo. Así que la próxima vez que acudan al "chino" de turno a comprar un refresco o tabaco y miren al dependiente a la cara, a esos ojos rasgado, o escuchen ese español poco trabajado,  no juzguen, por favor , a un simple inmigrante, sino que recuerden Asia, esa a la que tanto amor cogió Fowler en "el americano silente".  Esa que muchos ansiamos descubrir y con suerte algún día comprender.


                                                           No vean este video si todavía no han visto Rashomon.


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