viernes, 7 de diciembre de 2012

Niños del Paraíso ¿Por qué corremos?



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Las heridas, al final, se curan o deberían.


      Como un viejo amigo del que apenas sabes de él y  por el mero azar un día vuelves encontrarle, en cualquier inesperado sitio, fue la mera casualidad la que me reunió de nuevo con esta cinta. En mi memoria dulcificaba aquel lejano primer encuentro, confieso del todo idealizado por mi juventud, del que resulto una completa revelación. Pese al paso del inescrutable tiempo seguí recordando aquella sencilla cinta iraní que prácticamente apenas recordaba. Vagamente podría recapitular dicho encuentro, seguramente auspiciado en alguna red social cinéfila, lo que no puedo olvidar fue la inmediata necesidad, no ya de reencontrarme con ese viejo amigo,sino de compartirlo en esta, mi bitácora personal.


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No importa de donde vengas, ni cuan ergonómicos sean tus zapatillas.
¡Corre! tan rápido te lleven los pies o tu voluntad.


    Ali es un niño de apenas 9 años, vive en la completa pobreza, un día encargado de custodiar unos zapatos, recién arreglados para su hermana, y comprar unas patatas para la comida del día. Mientras recoge las patatas en el mercado, los zapatos escondidos entre la basura son involuntariamente recogidos por un mendigo entre la limosna. Triste Alí, de vuelta a su casa, confiesa a su hermana Zhara la pérdida de éstos. Tras ser reprimido por su padre, más por la situación económica familiar que por el carácter meramente violento de éste, deciden ambos hermanos (en un ejemplar juego de tempo y contraplanos de cuadernos) el no notificarle la pérdida para evitar no tanto el desembolso a su padre  como una buena tunda. La solución consistirá pues, y dada la falta de más zapatos de calle para la niña, de turnarse en su uso para acudir al colegio, separado tanto  temporalmente como de emplazamiento. Aún así Ali promete conseguirle a su hermana un par de zapatillas nuevas.... ¿Lo conseguirá?







     Majid Majidi, tras la genial, y dura, El color del paraíso, nos trajó en 1997 esta película abordada sin apenas medios. Es notoria la falta de presupuesto no sólo en su desconocido reparto sino en la planificación de escenas, pero sobretodo en cuestiones meramente técnicas donde la escenográfia puede pecar de simplona. A través de un sencillo guión fluye toda la película siendo encomiable los resultados que consigue a todos sus niveles. Pese a la escasez, al fluir la dirección del mismo guión no se adultera ni aletarga consiguiendo, en su preciosa sencillez, escenas de gran valor no sólo interpretativo o poético sino humano. Majidi retrata la pobreza de manera dulce, no somos sometidos aquí al habitual descarnamiento del neorrealismo italiano y derivados. Es todo más dickensiano. Majidi corta la película bajo el mismo patrón que otras maravillas como: ¿Dónde está la casa de mi amigo? de Abbas Kioristami o, en menor medida, Ni uno menos de Zhang Yimou. Pese a ello, el tempo de la cinta no queda ralentizado sino al contrario mantiene el mismo vigor durante toda la película.

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No hay nada más divertido que limpiar unos viejos zapatos con tu hermana.



     Sin duda alguna, una de las grandes sorpresas viene de mano de los jóvenes interpretes, un preocupado, consciente y responsable Ali, al que le da vida Amir Farrokh Hashemian y una coqueta, y laboriosa Zhara -Bahare Seddiqi- interpretan de manera tan expresiva que cautivan de tal manera al espectador que difícilmente no podrán evitar simpatizar o dejarse conmover por éstos. Consiguen ser el vehículo perfecto de la cinta secundados por unos carismáticos actores adultos a la par que convincentes.


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Ali colabora con las cargas familiares.


      Uno de las cosas que más valor tiene de la cinta, al igual que por ejemplo la reciente  Nader y Simin, es el reflejo de la sociedad Iraní -en este caso y de manera contrapuesta, la pobre- siendo no pocos los casos en los que la película se convierte en un fresco que recrea a la perfección el modus vivendi de la misma. Lejos de empeorar el resultado de la cinta es esta recreación liberadora de los prejuicios impuestos -en gran medida demonizadores- uno de sus valores más destacables siendo por ejemlpo reseñable: esa reunión con la familia, la oración, la elaboración de los panes de pita, y desde luego, los colegios.


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Constante de la cinta.


     Pero sin duda alguna son esos zapatos viejo y raídos el verdadero emblema de la cinta. Indolentes a la diferenciación de clases o sexos, éstos son capaces de ser la herramienta perfecta para la denuncia social. No importa que Ali sea pobre el seguirá siendo uno de los mejores estudiantes y, quién sabe, un atleta de éxito  Son el sacrificio y el esfuerzo de estos jóvenes  sus numerosos empeños en ayudar a su familia o la responsabilidad de estos los verdaderos valores a legar a los infantes que nos rodean. Sin que estos dejen de luchar por su dignidad ni por una injusta discriminación. Son estos valores los que merecen recompensa no sólo en el seno familiar sino en la sociedad también.


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Trabajo infantil a edades tiernas, no tan polémico como podría en este caso.


     El motivo de que esta galardonada cinta fuera ignorada por parte del público es en parte culpa de Benigni. Me explico ambas, nominadas a mejor película extranjera el mismo año, compitieron por el ansiado Oscar -cuya influencia a nivel popular esta fuera de toda duda- siendo La vida es bella, muy merecida, la ganadora de aquél premio. Esto impidió en parte su difusión a un nivel más popular.


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Día tras día ,esperando el intercambio que siempre se dilata.


      Hay mil y un motivos más para ver la cinta. No voy a ser yo el que la desgrane sino vosotros. Os propongo que en esta época invernal os reunáis en familia y, porque no, visionéis este cuento moderno  de una sociedad tan lejana como humana. Es una película imprescindible para compartir con los pequeños de la familia e incitarles a una pequeña reflexión, de hecho, con permiso de Ghibli o Pixar, es muchísimo más recomendable que la gran mayoría de cintas de animación a la que les sometemos de vez en cuando. Vedla, si os gusta ya veréis como volveís a este blog. Lo prometo como Ali promete devolver a su hermana esos cucos zapatatitos. Así con antelación y por si no vuelvo en un pequeño período, que lo dudo, os deseo unas Felices Fiestas.





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