Dictador de Wadiya, rapero de algún suburbio londinense, reportero kazajistaní o modelo fracasado. ¿Quién es Sacha Baron Cohen?

Sacha Baron Cohen de cuarenta y un años, poco podía prever mientras se doctoraba en historia que en un plazo de diez años iba a ser probablemente uno de los cómicos más conocidos y polémicos de la esfera internacional. Y es que tras realizar su tesina sobre la aportación de los judíos a los derechos sociales se retiró a un kibutz (comuna agrícola israelí) a plantear su siguiente jugada. Con suerte, y tras varios trabajos de modelo y clases de interpretación, consiguió participar en un programa de humor de poco presupuesto. ALI.G.

Es fácil denotar en estos primeros pasos en el año 2.000 buena parte de los caracteres que imprimiría a lo largo de su carrera. El programa que aunaba entrevistas y reportajes se caracterizaba por el espirítu crítico para con los altos mandatarios, a través, de las alegaciones que disfrazado de "cazurro" conseguía sonsacar alguna entrevista sin desperdicio. De hecho, lo más reseñable del humor de este señor es directamente las curiosas formas de las que se vale para conseguir audiencia de sus entrevistados. El extravagente "late show" resultó ser un fénomeno lo cual desdobló la carrera de Cohen en dos vertientes. Por un lado, la necesidad de seguir consiguiendo reveladores concesiones para lo cual requeriría de nuevos personajes y por otro, para costear sus quehaceres una mayor popularidad. Para esto último, a las puertas de américa donde seguiría su "Ali G show in da USA" tres años después, se rodó su primer largo "Ali G  anda suelto" dirigido por el desconocido Mark Mylod y escrita por el propio Sacha y su inseparable Dan Mazer.

 El resultado pese a tener muy buenos intérpretes (algo recurrente en su trayectoria) es realmente mediocre. Demasiado pueril es tanto la crítica de los estatus sociales tanto del poderoso como del ghetto que habita el propio Ali. Prácticamente nada de la cinta remite a las ácidas entrevistas del programa y el arco argumental del personaje principal es en sí mismo carente de cualquier inventiva. De hecho, son innumerables las cantidad de cintas que han propuesto una premisa similar, es decir, el ascenso y triunfo de un inútil en las altas escalas políticas. No obstante, el humor soez y gamberro funciona de manera muy aislada aliviando ligeramente el  tortuoso -pese a escaso- metraje. Quizás, lo más interesante de esta, por otro lado actual, farsa es la extensión de la figura del propio personaje siendo capaz de ganarse el favor popular mediante las medidas más inverosímiles que en el fondo no distan demasiado, si acaso incluso superan, de la de los políticos actuales.

  Tuvieron que pasar seis años y una colaboración con Will Ferrel de por medio para sacar su próximo proyecto, la ahora sí polémica e hipnótica Borat. Larry Charles cómico conocido como escritor de las primeras temporadas de ese clásico de la sitcom que es "Seinfeld" se puso tras la cámara. Mientras que el dúo de guionistas se amplió con otros dos más.  Borat, otra creación suya recurrente en sus entrevistas, es aquí un kazajistaní enviado para filmar un reportaje sobre literalmente "lecciones culturales de América" para su gloriosa nación, acompañado por un absolutamente inmenso, en todos los sentidos posibles,  Ken Davitian se inicia esta road movie con tintes de buddy movie bajo un formato tremendamente inventivo. Y es que siguiendo la estela de Ricky Gervais y su "Extras" o "The Office" se formó bajo la apariencia de mockumentary que, no obstante, en buena medida Sacha había promulgado de manera inequívocamente pionera e innovadora al trastocar las normas combinando los elementos característicos ficticios del subgénero con sucesos reales. Así que el memorable viaje se trufa con numerosas entrevistas reales a diversos grupos en Nueva York (como los recurrentes grupos de feministas a los que ha entrevistado en no escasas ocasiones) y que a medida  del viaje vislumbramos a los más adoctrinados, cristianos cuyas prácticas religiosas rozan el ridículo mediante festividades que poco o nada convergen con la fe, estudiantes lobotomizados, gradas repletas de amantes de la guerra de Irak, un hipócrita grupo de protocolo y buenos modales  y sobretodo, la decepción del encuentro con una de las aportaciones más importantes de EEUU la creación de mitos a través de la industria cinematográfica (el tema principal de su siguiente obra), es decir, con un actor. Es el punto culmen de la cinta que nos muestra lo superficial del primer mundo apuñlando en primera instancia el país de Barack Obama. Quedando pues, en última instancia, a una abandonada nación el falso legado de nuestro capitalismo. Y sí, para nuestra desgracia todo entre risas.

El regreso a Kazajistán cual  héroe clásico que realmente impulsó el turismo.

La acogida de la cinta fue un tremendo éxito que provocó elogios (un globo de oro entre otros premios) y repulsión en la crítica por igual. Al final y al cabo, entre los testimonios supuestamente verídicos (el montaje no permite más que intuir hasta que punto y de que manera se las ingenia el equipo de filmación para obtener ciertas perlas) encontramos inveterado las secuencias cinematográficas que desarrollan el argumento llegando a mezclarse ambas situaciones donde lo escrito y lo improvisado se aúnan con la sátira y lo soez para verdadero regodeo nuestro, la pelea en el hotel entre Cohen y Davitian es terriblemente graciosa. Una anécdota interesante fue la recepción del presidente kazajistaní a la película calificándola de burda, falsa y ofensiva en términos que paradojicamente daba la razón a lo postulado por los cineastas. Con el paso del tiempo, esto es directamente surrealista, a raíz del éxito fílmico incrementó tanto el turismo que dicho gobierno no sólo optó por retractarse sino que abanderó al actor en una recepción para la cual mostró su inclasificable traje de baño, evidentemente, como gesto simpatizante.

El siguiente fenómeno de la productora four by two sería Bruno. Con un equipo técnico se intentó repetir la jugada bajo el mismo esquema y estilo que la anterior cinta pero focalizandose en el mundo de la moda, la fama y la intransigencia a la homosexualidad asumida por las posturas más radicales. Pese a que Bruno es, hasta cierto punto, una estridente pero estimable cinta la sensación de reiteración es constante. Tan sólo se traslada el mundo del subdesarrollo a la homosexualidad y la película es casi idéntica. El problema aquí, quizás encorajinado por el éxito de la anterior, resulta en una cinta mucho más soez y centrada en un humor trash que atragantaba en buena medida cualquier resquicio de inteligencia. Las bromas son tan demenciales como un pene parlante o un encuentro sadomasoquista que, en mi caso, funcionaron bastante mejor que en ALI. G. El problema subyace que en esa búsqueda de humor fácil uno apenas puede, tampoco es que sea intencionado por los autores, establecer algún tipo de conexión con este  frívolo modelo aspirante a la interpretación. Además la repetición también de los targets a entrevistar y ese carácter excesivo provocan la sospecha de que seguramente los resultados de esos encuentros casuales no lo sean en absoluto suceso que provoca en gran medida la pérdida de la atmósfera.

Bruno promociona con este peculiar desfile su película en Las Ventas.

Su último proyecto estrenado hace poco menos de un año, "El Dictador",se forma en base a un personaje inédito resultando ser probablemente su película más decepcionante y bastante lejos en interés a las dos anteriores, que no son precisamente una cumbre del cine. Un equipo de guionistas renovados y dada la imposibilidad del actor de esconder su identidad obligaron de la misma manera que el primer film a apostar por un estilo tradicional. Pese a las numerosas caras conocidas, esta mezcla imposible entre una de mis películas favoritas "El gran dictador" y la en ocasiones descacharrante serie de animación "South Park", que también arremetía constantemente a los vicios de la política y sociedad americana amparándose muchas veces -siempre cómicas- en la salvación de nuestros males por parte de la intervención de "introducir adjetivo aquí" tales como Hitler, Osama o el propio Satán. Podría resumirse el argumento como un dictador humillado por la pérdida de su barba en la ciudad con el hermosos Central Park. La cinta es una oportunidad desaprovechada donde parece que todos los implicados están trabajando con piloto automático (incluyendo referencias metacinefilas banales, también como en Ali.G). Contando con una supuesta parodia de las comedias románticas que ocupa buena parte del metraje, aburre y no aporta nada más que la eminente falta de ideas. El conjunto de los elementos convergen de manera que el supuesto "speech" del dictador (técnicamente parecido pero con una discursiva cínica y sin afán de proponer solventar problemas a la cinta mentada de Chaplin) resulte ineficiente y carente de cualquier tipo de impacto en los espectadores. Poco más debo decir de esta cinta de casi nulo interés, pues las extravagantes intervenciones del actor fueron mucho mas divertidas cuando fuera de la pantalla grande, durante la promoción de la cinta, se apoderó de la atención de todos los periodistas a base de literalmente, como alguno de sus personajes diría, "liarla parda".

Entre estos proyectos suyos el actor ha intervenido en tres papeles secundarios pero con bastante metraje en "Sweeney Todd", "La invención de Hugo" y "Los Miserables". Su interpretación es inocultable en las mismas cantando con relativo acierto tanto en la primera como la tercera. En general, son papeles ambientados con estilo victoriano bajo la corriente moderna del goticismo de manera similar muy del gusto Burton o Depp, que de distintas maneras participa en las dos primeras. Sin duda alguna, me quedo con su papel  en Hugo (y pese a no fascinarme también con la película) basado en la comicidad y cierto humor negro, nos encontramos a un hombre de buen corazón envilecido por la burocracia, vamos que parece que el personaje de la novela se escribió para el londinense.

Arriba una más que interesante entrevista con ese genio del late show que es Conan O´brien. 

Abajo en el rodaje de "Hugo" con el maestro Scorsese riéndose ambos quién sabe de que disparate.

No obstante, pese al prestigio de trabajar con grandes  directores como Scorsese, Hopper o Burton ( honor  que película a película es cada vez más relativo) me cuesta encontrar la verdadera identidad del interprete. Es innegable que cada vez que Cohen se mete en sus personajes deja el resto, su "entregada" interpretación principal es el punto fuerte de las cuatro películas que hemos revisado, pero en esto encargo en los que su capacidad de intervención es menor, le provoca un encorsetado que en menor medida le anula dando la impresión de su poca adaptación como actor o sus limitaciones interpretativas que no es precisamente un secreto a voces. Pese a que su carrera se encuentra en su punto más álgido de reconocimiento popular, no me cuesta precipitarme a que si no elige bien los papeles ajenos, distanciándose del estereotipo en el que se ha anquilosado, y no empieza a perfilar mejor sus propios proyectos me da la sensación que en términos cinematográficos cual famosete por sólo su canción del verano se va a quedar en como dicen los americanos un one hit wonder. Y si, por supuesto, estamos hablando de Borat. Película que le auguro en un plazo breve no la actual consideración como película de culto sino, y pese a sus defectos de prisma o exageraciones varias o cierta generalización discutbile, un verdadero clásico de la comedia.

Dos camaleones compartiendo plano bajo la tutela de Tim Burton, el rey friki.

Aún así, es curioso ver como los gags dentro sus películas son muy desiguales y sobretodo que entre ellas la diferencia es abismal. Siento cierto escepticismo si el propio actor es capaz de provocar algún tipo de reacción en mi persona sin ninguna clase de transformación. Pongamos un ejemplo sencillo de otro actor ciertamente camaleónico: Johnny Depp. Éste, pese a lo irregular de su carrera, ha sido capaz de despojado de todo transformismo realizar interpretaciones muy destacables, véase "A quién ama Gilbert Grape", "Ed Wood" o "Descubriendo nunca jamás". No obstante, el tiempo será el mejor testigo del devenir de Sacha Baron Cohen que probablemente sea para goce nuestro. Espero que ahora la próxima vez que veáis a este innovador cómico, capaz de reírse incluso de la religión que practica en alguna cinta, ya sepáis, en la medida de loque un humilde servidor dispone, quien es Sacha Baron Cohen.

"Los Miserables", de la que ya di cuenta, tiene a Sacha Baron Cohen y a Bonham Carter
como una ridícula fuga cómica.